"Curiosidad y asombro" y las semillas viajeras
Te cuento la razón del título de este blog y lo ilustro con la curiosidad y el asombro que genera la dispersión de las semillas
Este es mi segundo post en Substack (aquí puedes leer el primero). Tuve que ponerle un título al sitio y luego de dar unas vueltas pensé en “Curiosidad y asombro”. Estaba a punto de confirmarlo cuando dudé: “¿no serán lo mismo?”. Recordé cuando en la escuela secundaria hicimos una colecta y un compañero creó el slogan de la campaña: “Ayudar es colaborar”. Esa sí era bastante redundante. Pero curiosidad y asombro no. Veamos.
La curiosidad es a veces una chispa y otras una llama. En ambos casos es el deseo de explorar, de entender más claramente, de ir tras los cómo y los por qué. En forma de chispa es repentina y fugaz, motivada por algo exterior y rápidamente satisfecha u olvidada. En forma de llama es un faro permanente, propio, que te acompaña toda tu vida con mayor o menor fulgor. Un deseo irrefrenable por entender y ampliar lo que conoces. Un ardor insoportable por resolver la pregunta formulada.
El asombro, en cambio, es la reacción que suele generar la curiosidad satisfecha. En realidad, puedes asombrarte sin previa curiosidad, pero la curiosidad potencia al asombro. No es igual de rica una comida si la iniciaste con más o menos apetito. La curiosidad te da hambre de saber y en cuanto sabes, en cuanto resuelves tu curiosidad, te inunda el asombro que excita unas papilas gustativas que vaya a saber uno qué lugar ocupan en el cerebro. El asombro es el enorme placer que te genera satisfacer aquel deseo irrefrenable, calmar aquel ardor insoportable.
"Saber" (del latín sapere) tiene un origen que abarca tanto el conocimiento como el sabor. Esta dualidad refleja una conexión antigua y profunda entre el acto de conocer y el de experimentar o degustar. Y me animo a decir entre la curiosidad y el apetito. Así como un buen plato satisface el apetito, un nuevo conocimiento satisface la curiosidad. Ambos procesos pueden ser profundamente placenteros y enriquecedores. En “Curiosidad y asombro” trataré de servirte deliciosos platos que sacien tu curiosidad y a su vez la despierten. El plato de hoy es sobre la dispersión de las semillas. Espero que te sepa rico y que lo que sepas a partir de ahora sobre el viaje de las semillas te llene de asombro.
Los viajes de las semillas
Me intriga la enorme diversidad de formas con que las semillas1 se transportan. ¿Por qué se dispersan, se alejan de su madre? ¿Cómo evolucionaron esa gran diversidad de estrategias? ¿Cuánto pueden viajar? ¿De qué depende que viajen lejos, cerca, o no viajen nada? Y sobre su destino, ¿saben a dónde van? Es decir, ¿su medio de transporte las lleva a algún lugar particular o simplemente lejos, al azar?

Las semillas parecen tener distinto gusto por viajar. Si prestas atención a sus formas, algunas prefieren la comodidad del hogar, mientras que otras aspiran a explorar territorios lejanos por medios fascinantes. Pero una cosa es proponerse un viaje y otra llegar a destino. En la aventura habrá mucho de azar y circunstancias. Aun sin ningún truco para transportarse, la longitud del viaje puede ser significativa y depende de la altura de la madre (a mayor altura caen más lejos), de su propio peso (cuanto más livianas más lejos), del viento y de que haya plantas u otros obstáculos.
El peso de las semillas es una cuestión de peso. Las variaciones son enormes. En un extremo, las semillas de ciertas orquídeas, como Aerides odorata, son tan pequeñas que se necesitan más de tres millones para llegar a un gramo2. Es decir, en cuanto a movimiento no difieren de las más pequeñas partículas de polvo que puedas imaginar. En el otro extremo tienes al “Coco de mar”, Lodoicea maldivica, con peso récord de 18 kg por semilla. Si las cuentas no me fallan hay unos 9 ceros entre el tamaño de las más chicas a las más grandes. En medio hay de todo, como las conocidas bellotas que pesan unos 5-10 g cada una.
El asunto se pone más viajado cuando entran en juego los ingeniosos medios de transporte que usan algunas semillas.
Adiós, madre, me voy en hormiga
Algunas semillas viajan pagando un nutritivo “ticket” a ciertas hormigas3. Llevan adherida una rica golosina hecha de grasa, proteína, azúcar y saborizantes y aromatizantes permitidos. Las hormigas las llevan al nido, consumen la golosina y dejan intacta la semilla, generalmente en un sitio especialmente dedicado. Madre podría haber empacado todo ese alimento dentro de la semilla para la futura plantita, pero en cambio optó por asegurarle el viaje prenatal hacia ese lejano hormiguero atendido por sus dueñas.

Este viaje a lomo de hormiga no las lleva a cualquier lado al azar, sino que las transporta a un sitio particular: un hormiguero o su vecindario. Las hormigas entierran a las semillas, lo cual las pone en contacto con la humedad y las protege de depredadores. Además, el lugar puede ser especialmente fértil y, si el comité de planificación urbana de las hormigas hizo un buen trabajo, debería estar en un sitio seguro, a prueba de inundaciones, incendios y otras catástrofes. Es decir, a diferencia de otras aventureras que se dejan llevar por el viento o las corrientes de agua, las semillas que viajan en hormiga saben a dónde van.
Si este ingenioso método de transporte te ha asombrado como a mí, tal vez pienses que se trata de una rareza, algo único en la historia de la vida. Pues no: se ha calculado que más de once mil especies se transportan por esta vía. Y no todas descienden de una pionera a la que se le ocurrió esta genialidad. En la historia evolutiva de las plantas, viajar en hormiga apareció más de cien veces. Y en cada caso se echó mano a lo que había en la cocina para armar la golosina: diferentes partes de la semilla, de su unión con la flor, de la flor misma o del fruto, todo ha servido para construir un atractivo eliosoma: el ticket o premio entregado a las hormigas a cambio del viaje. Un caso maravilloso de evolución convergente: una característica resulta adaptativa y distintos linajes la adquieren de diversas formas.
La respuesta sopla en el viento
Muchas especies son más inquietas: la vía terrestre les queda chica y emprenden vuelo. En realidad, caen con estilo, como Buzz LightYear. Tienen "alas" o "plumas" o son como polvo y se las lleva el viento. Así pueden viajar 15-500 m fácilmente y también mucho más, según la altura de la planta, el viento y el dispositivo. También influye la apertura del lugar: por más alas que tengan, un árbol vecino puede arruinar el viaje ni bien iniciado. Seguramente en tu infancia habrás jugado con las semillas del diente de león. Sus semillas (frutos en realidad) pueden transportarse largas distancias gracias a su papus, tan atractivo y poético como eficaz. Seguramente habrás soplado sobre la esfera algodonosa y pedido un deseo mientras las semillas se dispersaban al viento, colgadas del papus.

Y también las sámaras, esos frutos alados que caen del árbol como helicópteros. Leonardo da Vinci fue un adelantado al diseñar la idea del helicóptero en el siglo XV. Su tornillo aéreo buscaba aprovechar el movimiento en espiral para lograr la elevación en el aire. La naturaleza se le había adelantado unos cuantos millones de años con la evolución de las sámaras. Ejemplos de este medio de transporte está en los frutos de los arces, los fresnos y el nativo y hermoso Ibirapitá o Árbol de Artigas (Peltophorum dubium).
A esta altura no tengo que decirte que tanto los papus como las sámaras también evolucionaron muchas veces a partir de diversas materias primas.
Espero que hayas captado la idea
Esto es sólo un blog. Espero que no te hayas preparado para un tratado sobre la dispersión de semillas sin errores u omisiones. La idea es alimentar tu curiosidad y saciarla con asombrosas delicatessen. No te cuento en detalle que las semillas de muchas especies se transportan encima o dentro de diversos animales. Algunas con ganchos se adhieren a los pelos de inadvertidos vectores. En cambio, otras utilizan la misma idea que las semillas transportadas por hormigas: ellas mismas (como en el granado) o los frutos que las contienen poseen un tejido carnoso y nutritivo que sirve de alimento a aves o mamíferos. Recorren todo el tracto digestivo y son defecadas en ambientes propicios. No es un viaje glamoroso precisamente, pero sí efectivo.
Otras son dispersadas como proyectiles gracias a que el fruto explota o se desenrosca violentamente y las expulsa a gran distancia. Otras flotan en el agua de ríos o mares y se tornan transoceánicas, como los cocos de muchas palmeras. Algunas combinan más de un método de dispersión, digamos que cualquier colectivo las deja bien. Y por supuesto las que más viajan son las que se han asociado con nosotros, que las llevamos en los autos, los camiones, los barcos o los aviones.
Y para el morbo, están las que viajan sobre su madre muerta que se entrega a un viaje póstumo arrastrada por el viento, rodando. Tal es la obsesión por que la cría llegue lejos. Es el típico caso del cardo ruso (Salsola kali) que seguramente habrás visto rodando por algún campo semiárido o en un pueblo abandonado visitado por John Wayne.
Sea por el medio que sea, es claro que llegado el momento predomina el irse de casa, en algunos casos sólo por irse lejos y probar mejor suerte, en otros apuntando a un ambiente específico. Se manejan varias hipótesis para explicar esta obsesión por la dispersión no dirigida a algún sitio particular4. Tal vez es evitar la competencia con la madre y los hermanos. Tal vez es el medio para colonizar ambientes disturbados. Hay evidencias a favor de ambas. Lo cierto es que los árboles adultos de una selva tropical están más lejos de individuos de la misma especie que lo que se esperaría por azar: una repulsión probablemente debida a competencia o a la interacción con herbívoros o patógenos5.
Y después dicen que las plantas son organismos sésiles, fijados a un sustrato, inmóviles.
Aquí llamo “semilla” a una diversidad de órganos que botánicamente no siempre coinciden con la definición estricta. Muchas veces creemos ver volar semillas que en realidad son frutos, como el diente de león. Pero podemos tomarnos la licencia para evitar que esto se ponga excesivamente técnico.
Qué bueno poder detenerse a pensar...
Lo de las semillas es fascinante...y descubrir nuevas plantas que nacen en mi jardín y que me hacen preguntar de dónde habrán llegado, me da la respuesta ahora: es muy probable que nunca lo descubra! Gracias Martin!!!!!!!!!!!!!!!!!
Muchas gracias Martín por estas publicaciones gourmet de datos y conocimientos! Súper interesantes y saboreables! Felicitaciones y los mejores éxitos!